Aunque hubo gente que pensaba que estaba recluido al fondo de cualquier bar ahogando en gin-tonic su caída en desgracia, en realidad estaba en un gimnasio fortaleciendo su pitillés cuerpo para volver, como un nuevo Gladiator, al Coliseo de Navarra para acabar con la injusticia y liberar al pueblo navarro de su pérfida mandamás.
En las próximas semanas veremos el resultado de esta transformación. El combate puede ser de tal magnitud que en langostinos y lentejas proponemos que las sesiones del Parlamento se celebren en la Monumental de Pamplona.
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